martes, octubre 14, 2014

Conejo Blanco

“- ¿Cuánto es para siempre?
- A veces, solo un segundo.”
       

         Charles Lutwidge Dodgson


Nunca creí esa historia que me contaste cuando frente al espejo dejaste caer aquella pálida sábana que transparente bajo la luz del atardecer, mostraba todo aquello que el cristal no podía.

¿Comen murciélagos los gatos?

Me preguntabas, y me dejabas escribir poemas sobre el lienzo exquisito de tus senos.

Poemas, que luego tomaban extrañas formas cuando al morir la tarde,  robabas mi aliento y me desvanecía embriagado en el extraño ritmo del vaivén de tus pechos.

Entonces corrias al espejo  y contenta,  admirabas las figuras que mis poemas habían formado sobre tu trémula  piel.

Yo contemplaba en silencio  la extraña simetría que tu cabello negro  formaba con tu cuerpo desnudo.

Entonces te preguntaba:

¿Quién... eres... tú?

Y respondías al enigma diciendo:

-No lo sé. He cambiado tantas veces que ya no lo sé. -

Nunca creí esa historia que me contaste, aunque sacaras un conejo blanco de tu cartera y lo hicieras desaparecer por tu nariz mientras decías:

¿Por qué se le puede hacer tarde a un conejo?

Nunca creí esa historia que me contaste, aunque sacaras una daga de tu cartera y la deslizaras sobre tus cuello mientras gritabas:

¡Alicia despierta! ¡Por favor despierta!

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