lunes, diciembre 10, 2012
Entonces el ángel que devoraba mis entrañas
se detuvo a mirar su obra
y dijo:
- Miserable arcilla, no eres digna de las fauces que te desgarran -
y continuó profanando mi cadáver ante los ojos de Dios.
Entonces el ángel que bebía mi sangre
se detuvo asqueado
y escupió:
- Asqueroso cáliz, no eres digno de los labios que te agotan -
y continuó ultrajando mi cadáver ante los ojos de Dios.
Entonces el ángel que abrazaba mi sexo
se detuvo frenético
y gimió:
- Pestilente cieno, no eres digno del elixir que te baña -
y continuó lacerando mi cadáver ante los ojos de Dios.
Entonces el ángel que miraba en silencio
tomó mi mano
y susurro:
-Triste engendro desciende conmigo al abismo -
y me libró de mi cadáver ante los ojos coléricos de Dios.
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